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Venezuela, la prétendue "révolution" bolivarienne

5 mai 2009, 12:59, par Robert Paris

LA ARISTOCRACIA SOCIALISTA DEL SIGLO XXI
La alta renta petrolera propicia una grosera expansión burocrática

Fabiola Soto
17 de Abril de 2008

El ex director del BCV, José Guerra, señala la brecha salarial entre las cúpulas y el resto de los empleados públicos y privados. Los aumentos en el sector público no responden a la eficiencia del personal.
La Venezuela saudí del siglo XXI favorece a unos pocos. Ni siquiera se puede hablar de todos los empleados públicos, cuya brecha salarial con respecto al sector privado es considerable, sino del más selecto grupo de benefactores de las mieles del poder, que gana mensualmente hasta 70 mil bolívares fuertes.
No conforme ; las cabezas ministeriales, de los poderes públicos y de las empresas del Estado, hacen negocios de procedencia dudosa, respondiendo a esa avaricia que les ha propiciado el socialismo burocrático. El más reciente caso obedece a las notas estructuradas del Fonden, que juega con el control cambiario.
Cuando Hugo Chávez llegó al Gobierno en 1999, la palabra austeridad era una invitada de primera fila en las alocuciones presidenciales. “Es necesario que todos nos recortemos el presupuesto, las asignaciones, los gastos improductivos, es urgente, el país se hunde”. Se hablaba de recortar escoltas, teléfonos celulares, de vender la flota de aviones de Pdvsa, y se pedía a la gente que donara lápices y papel para ayudar al pobre Ministerio de Educación.
Eran los tiempos del barril de petróleo a 10 dólares, pero el despilfarro ha llegado para quedarse hoy día con un precio del crudo que roza los 100 dólares y que lejos de financiar obras de envergadura, llena el bolsillo de las ingeniosas cúpulas de la revolución socialista.
Para muestra un botón. A fin de combatir la burocracia en 1999, Chávez redujo a 14 los 21 ministerios con los que culminó su período Rafael Caldera, pero contrario a su discurso de entonces, hoy se cuentan 27 carteras ministeriales.

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Aristocracia económica
Para José Guerra, ex directivo del BCV, el Estado productor y controlador ha hecho que el empleo público crezca de una manera irregular. Sea éste el empleo directo que genera la administración pública, o el indirecto, integrado por las misiones, núcleos endógenos, fábricas socialistas, empresas de producción social o empresas nacionalizadas.
Para el economista esa expansión burocrática y los nuevos negocios que se crean alrededor de las empresas manejadas por el Estado, han llevado al mismo tiempo a la conformación de una nueva aristocracia económica. Ésta está conformada por los jefes, directores, presidentes de institutos, gerencia de empresas creadas o estatizadas y entes gubernamentales estratégicos como el TSJ, Seniat, CNE, BCV, Pdvsa, Cantv.
Se trata de una nueva aristocracia, según Guerra, porque los sueldos de esta naciente élite están distanciados y divorciados de los salarios de los empleados públicos tradicionales. Como ejemplo, está el contraste entre los profesionales medios de los entes estratégicos, cuyos sueldos promedian entre cuatro y seis mil bolívares fuertes en contraste con los de los docentes y médicos de los hospitales públicos que apenas pasan de mil bolívares fuertes.
Si de allí se revisan los altos cargos como los del TSJ, Seniat o Pdvsa, vemos que están entre los 20 y 55 mil bolívares fuertes.
El especialista sostiene que esto ha creado un divorcio en la estructura salarial dentro de la administración pública y también con respecto al sector privado. A su juicio, estamos ante una nueva aristocracia o grupo económico que se apoderó del Estado.
Muchos de estos organismos deciden su propia política salarial y aumentos de sueldo. Esos salarios se establecen independientemente de la eficacia de la gestión del organismo y de la situación económica por la que esté atravesando el país. Para Guerra paradójicamente, "esta economía socialista ha creado más desigualdad".
La inflación generada de la reconversión monetaria, también es un duro golpe a los salarios del venezolano de a pie, según el economista, quien asegura que en el primer trimestre del año el bolívar ha perdido casi 10 por ciento de su valor. “No hay salario que aguante esa alza de precios”.

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